La Princesa y el unicornio

 

Cada mañana, asomada al alfeizar de su ventana, miraba alrededor con la esperanza de encontrase con la figura de su amor. Todavía no sabía de quién se podía tratar, pero estaba segura de que pronto llegaría su momento.

Los días pasaban cadenciosos, con la lentitud justa para que su imaginación se sumergiese en lugares mágicos que la apartasen de la cruda realidad del día a día. Las inmensas ganas de sentirse amada eran comprensibles. No resulta sencillo mirar a los ojos a quien debiendo amarte sin ambages, te recuerda que no es así. No siempre las princesas tienen una amada madre.

Ella sabía, porque lo había leído, que caminando en línea recta no puede llegar uno muy lejos; que los senderos están plagados de zarzas, de lobos al acecho, de las muchas miserias que rodean al ser humano. Ese conocimiento no le impedía sonreír pensando en el futuro que pronto llegaría. Ese unicornio que habría de llenar de luz sus lugares más oscuros.

Ella descubrió que si te paras a juzgar a la gente, difícilmente tendrás tiempo de amarla. Que el corazón es la fuerza más potente que conoce el hombre. Y que sin amor la vida no es más que un camino por el borde del abismo.

Una tarde, de visita en otro castillo vecino, el principito del lugar caminando del brazo de ella le dijo: “Sólo se ve bien con el corazón; lo esencial es invisible a los ojos”. Y caló en ella, hasta tal punto que, asomada a su ventana, siempre cerraba los ojos para poder ver.

Tuve la suerte de conocerla, de observarla de lejos; también de tenerla cerca. Acaso porque las estrellas tienden a iluminarse para que, alguna vez, cada uno encuentre la suya. Y la tuve. Efímeramente, pero estuvo. Sin embargo, como si de un hada se tratase, se desvaneció con una sonrisa.

Ahora le veo pasar, de tarde en tarde, al otro lado del bosque; lejos de mi balcón. Ella no lo sabe, pero es el unicornio más preciado. Me pregunto cuanto tiempo tardará en dar con su príncipe.

Cuando otros la ven siempre me pregunto si los hombres ya no reconocen lo que miran, porque es muy posible que existan unicornios en el mundo, ignorados y quizás hasta felices. Y Ella lo es.

 

Comentarios

Entradas populares