Rozándote
Rozándote
Una mirada de soslayo al verte pasar. Algún acercamiento, casi temeroso, sin saber muy bien para qué. Dos sonrisas por pura casualidad. Y por fin el atrevimiento, casi infantil, de hablarnos por fin.
Así comienza una historia por escribir en este tobogán llamado vida. Apenas unos trazos en blanco pero lo suficientemente marcados como para entender que esta viñeta, nos toca pintarla.
En ocasiones la música del día a día suena, como con sordina y apenas prestamos atención a ninguna canción. Hasta que, sin saber muy bien por qué, una melodía nos atrapa y no se convierte en la canción de nuestras vidas. Música que penetra en nuestro interior y se queda. Así fue como rozándote supe que permanecerías.
Hay que aprender la letra, entender cada estrofa en su justa medida. Saber cuál es el compás para poder hallar la armonía. Nunca aprendemos del mismo modo. En ocasiones lleva tiempo aprender una sola palabra, otras la letra entera se memoriza de una vez. Como si naciese con uno.
Dice el refranero que el roce hace el cariño. Y es posible. Pero el cariño no es la forma de amor en la que el mundo cobra sentido. El cariño es, posiblemente, el pegamento imprescindible que nos permite ser. Pero el amor es otra cosa. Quiero descubrirlo en esta canción.
Cierro los ojos e imagino mis manos rozando tu piel, percibiendo cada leve cambio de temperatura. Imagino mi piel rozando la tuya, acariciando tu interior desde fuera. Acompasando mi respiración a la tuya. Provocando cambios en la de ambos.
Y sueño con nuestro roce más intenso, embebidos de los efluvios que desprendan nuestros cuerpos mientras se unen y se separan, mientras se buscan y se encuentran. A veces el roce puede producir temperaturas tan altas que solo el desmayo apacigua el calor.
Sin haberte apenas tocado siento el aroma de tu piel al despertar, tal vez que hayas rozado esta noche…los sueños son así.
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