AL DOBLAR LA ESQUINA


 

Siempre me ha parecido mucho más fácil descender que ascender. La caída está siempre presente cuando el tránsito por la vida se convierte en un sendero angosto. En la senda uno va dejando, a veces sin querer, pequeños peldaños que apenas atisban un ascenso. Sigue su camino tropezando y levantándose. A veces con más magulladuras de las previstas, pero si pica… sana.

Cuando los tropiezos se acumulan el descenso se acelera, a veces de un modo tan implacable que lo único que esperas es el golpe final. Ese que te sacude las entrañas y magulla lo poco bueno que te queda dentro. Suele ser un camino en solitario, rara vez encontrarás compañía en la bajada. Al fin y al cabo el último puesto suele ser un lugar con poca competencia.

Se dice que una vez tocas fondo lo único que puedes hacer el subir. Personalmente no lo tengo tan claro. Como tampoco estar en el fondo es algo, del todo malo. Puede ser de gran ayuda para conocerte y conocer; para descubrirte y descubrir. En los batacazos (personales y/o sociales), comienzas a mirar al espejo de un modo distinto. Tal vez la persona que se refleja no te parezca del todo conocido. Acostumbrado como estás a tu propia imagen en concordancia con un determinado momento de tu vida.

Cuando caes al fondo ocurre un poco como cuando te haces mayor, lleva un cierto tiempo asimilar que aquel que replica tus gestos al otro lado del espejo eres tú mismo. Hay un tiempo para lamerse las heridas, para hacer balance… te faltarán algunos de los  que creías que siempre estarían y te sorprenderán otros con los que no contabas. Lo que nunca varía es la presencia de quien siempre está aunque, a veces, no le tuvieses en cuenta como deberías.

Pero llega un momento en el que te levantas, sacudes los ropajes, abres la estancia y ventilas. Dejas salir lo que pudo ser y no fue; apartas las rémoras que te impiden respirar con normalidad e inicias un nuevo camino. Y no tiene, necesariamente, que ser hacia arriba. También en las profundidades hay belleza. Se trata de mirar de la manera correcta. Tal vez marcándonos caminos que seamos capaces de seguir. Buscando doblar una esquina cualquiera y empezar de nuevo.

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