AFERRADO A TU CINTURA


 

A media noche sentí frío. Recuerdo haberme acostado como siempre, desnudo, y no haber necesitado una manta. Hace días que la ropa de invierno dejó de ser necesaria. El caso es que busqué algo para taparme y sentí tu cuerpo, cálido, a mi lado.

Di vuelta buscándote, pasando mi mano sobre tu cintura y acercándome a tus nalgas. Ese olor tuyo, embriagador, penetró por mis fosas nasales hasta empezar a despertar en mí los más profundos deseos.

Acomodaste tu culo justo en el lugar en el que se empiezan a descorchar las botellas de lujuria. Mis labios buscaron tu cuello, el lóbulo de tu oreja; mi mano pasó de acostarse a la vera de tu ombligo a recorrer el camino que lleva a tus pechos.

Para entonces el frío era un vago recuerdo en un cuerpo, el mío, que comenzaba a tener una temperatura ya elevada. Tus pezones apuntaban tenaces bajo tu camiseta, la respiración comenzaba a ser agitada.

Mi mano había cambiado de trayectoria encontrándose en el camino con la tuya. Una mano que buscaba la parte de mí que, para entonces, amenazaba con invadirte a poco que fuese capaz de vencer la resistencia de tu ropa. La mía, despierta y ansiosa, buscó el espacio entre tus piernas, recorriendo despacio la rendija que se insinuaba ante ella. Para entonces húmeda y palpitante.

Nuestras bocas se encontraron, nuestros labios comenzaron a hablarse; las lenguas a entrelazarse…la ropa a desaparecer como por arte de magia. Nuestras manos no dejaron ningún impedimento entre nuestras pieles. Hacía calor.

Casi sin darme cuenta mis orejas escuchaban entre tus muslos como susurrabas entre jadeos mientras mi lengua iniciaba un juego lento e intenso con esa rica almendra que escondes. De manera rítmica, como si lo hubiésemos practicado toda la vida, comenzamos a incrementar la agilidad de la lengua y el ritmo de tu respiración…y tus ojos se abrieron de golpe, con un gran suspiro. Inerte por un instante. Me tumbé a tu lado.

Me mirabas arrobada, intensa y saltaste sobre mí; con la ligereza de una amazona. Recuerdo como mis manos tras buscar tus oscilantes pechos acabaron aferrados a tu cintura… galopando…

No recuerdo luego que pasó, tan sólo que desperté; agitado, buscándote. Persiguiendo con mi nariz un aroma que sólo estaba en mi imaginación. Fue urgente la ducha…también necesaria. En algún momento tal vez ocurra así, o de otra manera. O no suceda… el universo de los sueños tiene estas cosas.

 

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