ENTRE LOS LIBROS


 

Posiblemente sea mucho más fácil encontrar la libertad  en los libros que en la vida real. Leer te permite soñar. Te facilita herramientas para razonar de una manera más clara. Se puede vivir sin libros, claro, pero que nadie tenga dudas de que la visión del mundo que nos rodea no es la misma.

Leer te permite  poder escuchar a quien te interpela para poder rebatir su argumento y no a la persona. Algo que no está muy de moda. La carencia de argumentos lleva a muchos a  un ataque frontal a la persona.

De la reflexión que uno obtiene tras una lectura puede poner en solfa afirmaciones que, por ser populares, no tienen que ser necesariamente ciertas. La manada humana tiende a replicar sin pensar demasiado.

Cuando uno se aproxima al conocimiento se puede permitir cuestionarse hechos presentes y pasados. No siempre lo que ocurrió antes es origen del ahora. Aunque sea, en apariencia, consecutivo.

En nuestra sociedad actual tendemos, con mucha frecuencia, a reducir cualquier discusión entre una dicotomía; entre dos posibilidades. Siendo la variedad de respuestas mucho más compleja.

Cuando leemos algo de alguien que nos es afín en pensamiento, tendemos a  dar como válidos sus razonamientos por el mero hecho de que nuestro propio argumento se sostiene de manera similar. Leer o escuchar a quien escribe o piensa diferente nos abre un abanico mucho mayor. Aumenta nuestra capacidad de síntesis sobre el tema en particular.

He aprendido que si yo sostengo un argumento y el otro no es capaz de demostrar lo contrario, tal vez no esté en posesión de la verdad. Quizás la otra parte no tenga, en ese momento, las herramientas para hacerlo. La verdad siempre será relativa en un momento dado.

Confundir una opinión con la realidad de los hechos se da en más ocasiones de las deseadas. Tener el hábito de leer o escuchar a quien piensa diferente te permite asomarte al universo de las probabilidades. Las certezas requieren de argumentos sólidos.

Leemos a un autor porque nos gusta, porque nos emociona. De entrada nos dejamos llevar por las emociones. Al rato serán los argumentos los que le pondrán en el lugar adecuado. Desafiar  a nuestros pensamientos ayuda a nuestro crecimiento interior. En los libros uno puede encontrar respuestas que no nos gustan, que nos incomodan… Y qué bueno darse cuenta de ello.

Leer un libro te permite evadirte del mundanal ruido. Aproximarte al personaje o a la historia, participar como uno más de la trama. Te permite viajar sin moverte del sillón. Elaborar un pensamiento utópico con el que dejar atrás los arañazos de la vida real. Pocas cosas más baratas nos harán tanto bien.

Invitaría a todo el mundo a que, de vez en cuando, se acerquen a lo que escriben o dicen personas que están alejadas (aparentemente) de nuestro pensamiento o visión del mundo. En muchas ocasiones las diferencias están en las pequeñas cosas; en otras la distancia puede ser sideral. Pero sólo conociendo cómo razonan los que piensan diferente podremos sostener una conversación que merezca la pena. En la que el eslogan deje paso a los argumentos.

Para concluir diría que leer en una lengua diferente nos permite un acercamiento a la idiosincrasia de quien habla ese idioma. No siempre es posible y tampoco fácil. Pero merece la pena intentarlo. Además de enriquecernos lingüísticamente, nos confiere un rol diferente en la lectura. Personalmente, leer a Pessoa en portugués me abrió una puerta que no conocía hacia el humanismo portugués. Una forma pausada de pensar sobre los mismos temas, pero con otras palabras. Y suena bonito.

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