HOLA MAMÁ


 

¿Cómo estás? Qué tal te va por ahí, por dónde quiera que estés. Seguro que estarás haciendo reír a muchos con tus ocurrencias. Y a muchos otros poner las orejas tiesas con tus miradas de pocos amigos. Hay que ver lo mucho que te costaba disimular con la gente que te caía mal. Yo lo he heredado. Y tu nieta.

Te echo mucho de menos, he tenido que dejar pasar estos días para poder sentarme delante del ordenador. Incluso ahora apenas puedo ver la pantalla. Tus recuerdos brotan de mis ojos, en cada lágrima que recorre mi cara está un sentimiento de amor hacia ti.

Tengo tan vívidos esos 14 días de noviembre que apenas puedo dejar de verte cuando no tengo la mente distraída. Todo fue una montaña rusa en la que apenas fui capaz de sujetarme. Te perdía y regresabas; te alejabas y nos volvíamos a encontrar. De tu mirada perdida al “nos vamos en unos días”. Pero no pudo ser, te fuiste luchando con todas las fuerzas que te quedaban. Tus ganas de vivir, de hacer cosas conmigo, con nosotros. La ilusión que ponías con sólo subirte al coche, no importaba el destino. Han quedado viajes pendientes que harás esta vez de otro modo; no será a mi lado soportando mis bromas. Será conmigo,en mi pecho. Sabes que nunca he llevado nada colgado, pero llevo tu cadena, tu medalla. Esa que llevaste hasta tu final y que yo llevaré hasta el mío. ?

Me gustaría ser la mitad de valiente que has sido tú. Porque lo has sido, vaya que sí. No te lo puso bien papá, no tuviste suerte. Y jamás una mala palabra sobre ello. Y eso que los dos habíamos vivido cosas, noches largas al raso, palabras hirientes...tiempos duros en los que siempre estuviste a mi lado para protegerme. Para dar tu vida por mí si fuese necesario. ¡Qué orgulloso estoy de ti!.

Cuando te fuiste hice todo aquello que habíamos hablado tantas veces; que fuese rápido, sin monsergas, sin atributos falsos...mejor poco y bien que mucho y mal. Y fui fuerte, lo máximo que pude. Hasta que llegamos a casa y me quedé a solas con el vacío que se había creado a mi lado. Un hueco que nunca se va a llenar, porque cuando me mirabas sonriente mi mundo era mucho más grande, más lleno...

¡Cuantos años tengo! Exclamabas recientemente. No te gustaba nada cumplir años. Casi menos que usar ese bastón por el que tanto discutimos y que fue causa de no pocas risas. Así fue nuestra vida, nuestra relación de años de enfados de diez minutos y risas de veinte. Al contrario que tú a mi me encantaba verte cumplir años. Verte sentada en “tu oficina” (el sillón del salón en el que te sentabas cada día), mandando tus mensajes por wathsapp, leyendo noticias de las que más tarde hablabas conmigo... tengo que hacer una pausa, pues tus sentimientos no dejan de salir de mis ojos....

Al día siguiente de tu partida nos pusimos, Atiana y yo, a hacer aquello que sabes que siempre me ha gustado. Cambiar la decoración de casa. Me encantaba ver tus caras al llegar y esa frase tuya: “moito che gusta cambiar” seguida de esa letanía perenne “vas estropear el piso”. Pero esta vez seguro que los cambios te habrán gustado. Tu nieta se ha quedado con mi habitación y yo con la tuya. Y te confieso algo mamá, pensé que no podría dormir en ella y, sin embargo, encuentro la paz cada vez que me acuesto. Quiero creer que está ahí, arrullándome como cuando era niño.

Te veo en cada esquina de la casa; en la puerta del balcón, con tu espejo y tus pinzas, soportando mis bromas por la espalda. Bailando en la puerta del salón cada vez que la música te gustaba. Hablando a voz en grito por teléfono en el pasillo... te veo en todos lado aun cuando tengo la certeza de que ya no estás. Y te lloro, claro que te lloro. Y lo seguiré haciendo. Porque te quiero.

Y también me río, nos reímos. Queremos celebrar tu vida. Ese maravilloso tiempo que hemos podido disfrutar a tu lado. Pocas personas he conocido más ocurrentes y naturales que tú.

A buen seguro te escribiré en otras ocasiones; pero necesitaba ponerme a hablarte (aunque ya lo hecho sin escribir, lo sabes). Aquí no hay ningún círculo a cerrar. Tan sólo un continuará...


P.D. Ojalá sea capaz de ser la mitad de padre que tú has sido como madre. Me encantaría que, si algún día nos encontramos de nuevo, puedas mirarme con el mismo orgullo que yo miro ahora tus fotografías. Nunca he sido un gran alumno, a pesar de haber tenido una gran maestra.

¡Ah! Se me olvidaba, me he prometido a mí mismo cuidarte las plantas, sé que te gustaba. Y lo haré siempre. Te quiero.

Comentarios

Entradas populares