La España más canalla
La España más canalla.
En este país la mediocridad se ha instalado en todos los poderes públicos, en los medios de comunicación, en la calle. Se premia, desde hace muchos años, al “listo” en lugar de al inteligente y así nos va.
Somos “el país más rico del mundo”, sin duda. Sobre todo por la abundancia de pillos, lameculos, truhanes y farsantes que copan todos los lugares en los que se puede “pillar algo”.
Si uno compara a los intelectuales que participaban en debates como “La Clave” y los compara con las charlas de bar que, día tras día, emponzoñan nuestra sociedad puede llegar a la conclusión, que el devenir de los últimos años ha sido para mal.
Si no fuese porque son los que manejan, en buena medida, los designios de esta sociedad; resultaría hilarante ver como unos se lamentan en público del asesinato de dos Guardias Civiles a manos de narcotraficantes, cuando antes se paseaban en yates de otros muy parecidos. Igual de bochornoso que otros sean capaces de justificarlo todo con tal de mantenerse en el poder. Y así transcurre la vida de quienes nos dicen lo que debemos o no hacer. Haciendo con una mano lo contrario de lo que muestran con la otra.
En este país se han tomado más decisiones en las barras de los lupanares que en el hemiciclo. Y ya en el SXXI, uno podría creer que las cosas dejarían de ser tan chuscas, pero no. Tal vez todo sea más moderno, con más redes sociales, pero…igual de nauseabundo. Y con la complicidad de quienes deberían, en última instancia velar por nuestros intereses, mirando para otro lado (nada más español).
Claro que los dirigentes de un país suelen ser el vivo reflejo de sus habitantes. Y esta tierra siempre ha sido el terreno preferido de los caciques (sin importar el color). Caciques a los que los cercanos no juzgan porque prefieren señalar al de al lado; todos burdos vasallos de un sistema del que son cómplices. Los tontos útiles que caminan pavoneándose creyéndose importantes. La simpleza mental siempre ha sido así.
Hay dos cosas que siempre han funcionado en toda España: La primera (y ahí no importan las comunidades) las subvenciones.; todo el mundo quiere una. Pero al aceptarla entras en el juego de quien la otorga y te transformas en una pieza más del engranaje, perdiendo cualquier atisbo de honesta imparcialidad.
La segunda, sacar beneficio de las desgracias: Prestige, Incendios forestales, Pandemia, Terrorismo…siempre hay quien saca tajada. Siempre habrá quien se seque las lágrimas con dinero o prebendas; quién transforme la lástima o la pena en dinero, puestos políticos, etc.
Si algún día alguien es capaz de poner letra al himno debe de incluir la palabra “trincar”, nada más español.
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