El nudo de los zapatos


 

Así es la vida, como el nudo de los zapatos, pensamos que lo llevamos todo bien y, de pronto, tropezamos con nosotros mismo al pisar el cordón desatado. Y nos agachamos para volver a realizar el lazo tal y como nos enseñaron que se debe de hacer. Y así hasta el fin de los días.

El nudo de nuestros zapatos se deshace por la fuerza de la gravedad y, aunque existe un modo de hacerlo que logra sostenerse, tendemos a realizarlo de tal modo que termina suelto. En nuestra vida suceden, de cuando en cuando, situaciones que nos causan desazón y que se repiten en el tiempo. Y para las que aplicamos como solución una que tiende a ser un parche que termina en el punto de partida al cabo del tiempo.

Con el corazón ocurre algo similar. Los sentimientos pueden ser los mayores estabilizadores de nuestra existencia y, a la vez, un terremoto bajo nuestros pies. Cuando se mueve nuestro suelo tendemos a recurrir a las técnicas que hemos interiorizado como asideros a los que aferrarnos. Ni siquiera pensamos en otras posibilidades. Hacemos el nudo que hemos aprendido y seguimos camino.

En el juego del todo o la nada, habitual en nuestro corazón, es mucho más fácil ganar que perder (en contra de lo que pueda parecer). Se trata de poner en valor los buenos momentos frente a los malos. En las relaciones personales no existe ningún juego de suma cero. Se gana o se pierde; se ama o no; se siente o no.

Uno debe de quedarse con lo bueno, recordar tiempos pretéritos con la mejor de las voluntades. Como parte de un ejercicio de resiliencia en el que nuestro objetivo final sea valorar nuestras decisiones de la mejor manera. Eso no implica olvidar lo malo, claro que no. Porque pueden pasar situaciones en las que la suma de lo positivo apenas alcance a verse. Y es, sin embargo, en esas circunstancias cuando más debemos de aferrarnos a ello. Dejarse llevar por el pensamiento negativo tan sólo subyuga la seguridad de nuestros pasos posteriores.

Quizás debiéramos de plantearnos  la posibilidad de cambiar el nudo de nuestros zapatos y ver qué ocurre.

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