MIL RAZONES PARA SER


 

Todos conocemos a personas que respiran a nuestro alrededor. Que van a trabajar, que incluso salen de fiesta, viven… están, pero no son.

Ser consciente de la propia vida más allá del mero hecho de existir no es una condición que la gran mayoría intente. Muchos, los más, viven de acuerdo a unas normas sociales que les han enseñado, del “modo correcto” de hacer las cosas. Apenas se cuestionan nada; y cuando lo hacen, rara vez se preguntan: ¿quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué quiero ser?

Del mismo modo que un árbol no puede tocar el cielo sin que sus raíces busquen el infierno, tampoco nosotros podemos crecer en una única dirección. El éxito se saborea de verdad cuando el fracaso es un recuerdo certero en nuestro paladar. Muchos caminan de puntillas o tratan de extender sus raíces de manera superficial, como sin molestar. No son conscientes de la fragilidad que asumes cuando no te arriesgas.

Hay muchas maneras de ver el mundo, yo creo en la que se divide entre los que son capaces de confesar su dolor y los que no. Hay más romanticismo en la tragedia que en ningún otro lugar. Ser capaces de conocer nuestro dolor, de mirarlo a los ojos, nos ayuda a ser. Al placer le ocurre como al éxito, que casi siempre es efímero. Por eso se busca con tanto ahínco.

Para ser tal vez haya que ser un poco temerario, quizás valiente como decía Bukowski cuando hablaba de la diferencia entre un valiente y un cobarde: “la diferencia entre un valiente y un cobarde, es que el cobarde se lo piensa dos veces antes de saltar a la jaula con un león. El valiente simplemente no sabe lo que es un león”. Y por esa razón una gran mayoría no se arriesga y sobrevive al león; mientras que los valientes tal vez no salgan vivos, pero son. Y eso les hace diferentes.

Ocurre en la sociedad cuando un político decide arrojarse a la jaula de la mediocridad e intenta cambiar el curso de la historia. Si Clara Campoamor (por ejemplo) no quisiese ser, tal vez las mujeres seguirían sin tener el derecho a voto en este país. Si Harriet Tubman no hubiese huido 100 km a pie por caminos secundarios de la esclavitud y no quisiese ser, jamás habría regresado para sacar a más esclavos de su situación y cambiar el curso de la historia.

Existen mil razones para ser, para intentar dejar nuestra impronta. No importa el cómo, ni el cuándo, importa querer hacerlo. Pintando, escribiendo, protestando, siendo…

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