OSCURO, CASI NEGRO
Suena la alarma como cada mañana y, como cada día, estiro
la mano para apagarla. De un tiempo a esta parte encuentro menos razones para
hacer caso al ruidoso teléfono. No deja de ser curioso que, para alguien
tradicionalmente optimista, cada día deba de recorrer un trecho más largo para
salir del laberinto. A veces cuesta encontrar motivos para la risa en medio de
una sonora carcajada.
Hay mañanas que son como noches oscuras en las que a
duras penas acertamos para prender la una vela que nos permita seguir andando. Otras
veces los apagones se producen cuando el sol está en lo alto y la claridad
inunda la sala. Se puede desconectar de la realidad sin salir de ella. No es lo
mejor, pero ocurre. El peligro está en no encontrar luego el camino de regreso.
La lucha constante entre la decepción y la creencia de
que todo puede ser posible no siempre tiene un claro ganador. En esos momentos
en lo que todo se pone oscuro, casi negro, busco grietas por las que entre la luz.
Para poder asir mis pensamientos a es claridad y conseguir salir. No hay mal
que cien años dure ¿no? Eso dicen.
Si me miro al espejo de mi realidad podría correr el
riesgo de convertirme en un proceloso buscador de agujeros en los que entrar y
no salir. Así que abogo por esforzarme en buscar otro reflejo diferente. Ayudar
a los demás, del modo que sea, ayuda a soterrar (por comparación) la aflicción
propia bajo el peso de las de otros.
Caminar al borde del abismo mientras otros creen que tu
camino discurre en medio de un frondoso bosque lleno de vida; ser consciente de
ello y sonreír. No siempre es fácil. La soledad buscada se convierte en un
aliado fantástico. Sentarse en plena naturaleza no sólo llena los pulmones de
aire puro, también me ayuda a ser libre para pensar en voz alta y a mudo grito
en lo que sí y en lo que no.
Siempre me han gustado los colores, de ahí mi fascinación
por lo natural. Seguro que se trata de una respuesta a mi día en día en colores
oscuros por necesidades del guion. Un texto que no he escrito yo, pero que voy
corrigiendo en función de los días y las habilidades.
Hace un tiempo, no mucho, que decidí ver lo más oscuro de
mi vida como una suerte de trampantojo. Decidí vivir según mi modo de entender
las cosas. Supongo que no siempre acertaré pero…navegar a merced del viento y
sin velas aboca al naufragio. Y prefiero ser un mal patrón de mi propio barco que
dejarme ir en una nave oscura, casi negra que
languidece y desaparece lentamente.
Y en ese viaje que encuentro, subiendo fardos de color y
luz a la nave. Hasta tal punto que los piratas y corsarios de la vida no se
atreven a acercarse, parece tal el desvarío que sólo los intrépidos quieren
subirse. Espero que el viaje les merezca la pena.
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