INFLUENCERS, LA PERVERSIÓN DE LA REALIDAD INVENTADA
La realidad
digital nos indica que el universo que se muestra en las redes está trufado de
personas y personajes capaces de modular la vida de muchos de quienes les ven. La
mayoría de las veces mostrando de manera perversa una realidad que tan sólo
existe en el universo particular de ellos. Influencer se hacen llamar.
Miles o
millones de seguidores que consumen sus vídeos con una voracidad terrible,
haciendo suyos los pensamientos y/o razonamientos que ser vierten en ellos sin
el menor pensamiento crítico. Haciendo bueno aquello que Freud acuñaba: “Si dos
personas piensan igual en todo, puedo asegurar que una de ellas piensa por los
dos”.
Posiblemente exista
un porcentaje de estos personajes que muestren situaciones reales que viven en
su día a día. O mejor sería, que tratan de construir para mostrar como su día a
día. Pero la gran mayoría enseñan una realidad inventada. Una suerte de
trampantojo vital en el que enseñar una bonita pared de azulejo, mientras las
otras tres viven en un permanente desconchado de ladrillo viejo.
Las personas
no son ridículas, en general, salvo cuando quieren parecer o ser lo que no son
en realidad. Si alguien tiene la fortuna de hacerse un video abriendo cocos a
cabezazos, a buen seguro que otros habrá en el mundo que llenen sus cabezas de
puntos de sutura por la simpleza de parecerse.
Pongamos por
ejemplo la danza clásica; uno puede levantarse por la mañana viendo un vídeo de
Olga Smirnova y, metafísicamente, verse dando bellos saltos por un escenario
bajo la melodía de El lago de los cisnes. La realidad, una vez embutido en
mallas y el tutú, puede ser perversa. Y eso ocurre en muchísimos órdenes de la
vida. Querer ser aquello que vemos requiere un análisis profundo para ver quiénes
somos. Algo que, casi nunca, es sencillo.
“Aparentar
tiene más letras que ser” (Karl Kraus). Y las vidas que nos muestran,
generalmente, estos influencer no
sólo tienen más letras que la realidad, sino que su coste suele ser también más
elevado. Los verdaderamente influyentes no precisan de tanta parafernalia para
permanecer en el tiempo. Influencia tienen los que son capaces de desarrollar
una vacuna que cambiar el curso de la vida de muchos; influencia tiene el autor
que es capaz de remover las conciencias; influencia tienen aquellos que,
partiendo de unas ideas, son capaces de modificar una conducta social, etc.
Es muy
importante que enseñemos a nuestros hijos la diferencia entre el mundo real y
el inventado. Las pantallas nos acercan un montón de posibilidades, muchas más
de las que había hace 50 años. El problema, bajo mi punto de vista, radica en
que, una gran mayoría, desdeña lo mollar y se queda con lo superficial.
Las modas
siempre han sido herramientas perfectamente orquestadas para reconducir rebaños
humanos. La tiranía que imponen se vuelve cada día más peligrosa.
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