El Cainismo español
Es probable
que seamos una de las naciones más cainitas del mundo occidental. En pocos países
son tan dados a machacarse entre ellos como nosotros. La actitud revanchista
está fuertemente enraizada en el acervo de sus ciudadanos.
Muchas veces
me he preguntado cuáles son las razones que nos llevan, como sociedad, a ese
punto tan incompatible con la buena convivencia. Sumado además, a un
maniqueísmo en crecimiento a través de unos medios que han abandonado la comunicación
en pro de la difusión.
España no está
formada por españoles sino por miembros de otras naciones qué, en algún momento
de su historia decidieron hacer camino juntos en virtud de los más
insospechados motivos, casi siempre económicos.
Resulta curioso,
ya sin remontarnos más atrás en el tiempo, cómo se nos vendió la “Reconquista”,
como un ejemplo de unificación. Cuando no fue tal. Pues Taifas y reinos
castellanos se unían contra otros reyes u otra taifas con el único pretexto de
ganar terrenos, prestancia… poder. No hubo reconquista pues para reconquistar
algo, primero has de poseerlo, y no era el caso.
Así han ido
pasando los siglos, con no pocos avatares: invasiones francesas, reyes necios,
ladrones, golpes de Estado, cambios dinásticos (siempre llevándoselo puesto),
etc. El resultado de todo ello es más de lo mismo.
Siempre seremos
una nación de naciones, por más que les pueda molestar a quien suele abrazar
una bandera. Casi siempre se abrazan a ella porque es más fácil seguir a un
pendón que pensar en las razones que nos empujan a seguirlo…o no.
Y, sin
embargo, son muchas más las cosas que nos unen que aquellas que nos separan. Pero
hay intereses a los que no les gusta que se haga hincapié en ello. Y blanden
sus cuitas desde las tribunas que un día mercaron comprando medios de
comunicación etc.
Galicia nunca
será Cataluña, pero hay más cosas que nos unen que las que nos separan (en
realidad pocas lo hacen). Sí que hay diferencias, pero no tanto en el fondo
como en las formas. Y es en el respeto a los demás en el que deberíamos
fundamentar nuestra sociedad.
Alejarse de
los medios, de los políticos y de todos aquellos que juegan a enturbiar nos
ayuda a tener una perspectiva diferente de las cosas. Nuestra propia
Constitución reconoce que España es una nación de naciones; con sus
singularidades. Que cuando decidimos ir todos a una somos un país de la hostia.
Que cuando queremos hacemos cosas increíbles que asombran al resto del mundo.
Quisimos unos Juegos Olímpicos e hicimos los mejores hasta entonces. Hicimos
una Expo que no ha vuelto a ser igual nunca más. Vertebramos un país de caminos
de bueyes en uno de los mejores comunicados de la UE.
Somos un país fantástico
en el que tenemos la mala costumbre de hacernos la zancadilla unos a otros. De señalar
siempre con el dedo acusatorio. Muchas veces me pregunto qué seríamos capaces
de conseguir si viésemos a nuestro país como vemos a nuestro equipo favorito. Celebrando
las victorias por pírricas que puedan ser.
Tal vez un día
abandonemos ese cainismo, de hacerlo, nuestra sociedad será mejor. También nuestras
vidas.
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