Cuando no todo vale


 

 

No sé en que instante comenzamos a aceptar toda la “información” que nos inunda cada dia sin aplicar el menor filtro. 

En qué momento buena parte de la sociedad dejó de tener criterio propio y comenzó a vivir al albur de los caprichos de otros. 

Pero lo cierto es que, si uno afina el oido en cualquier espacio público; se dará cuenta de la pobreza intelectual de buena parte de nuestra sociedad. 

Ni todas las opiniones son válidas, ni todas merecen respeto. No puede ser que nos mientan en nuestra cara y gran parte sonrían como si hubiese sido una ocurrencia, y no parte de un engaño. 

Condicionan el pensamiento de muchos en base a dos premisas: la ausencia de pensamiento critico por parte de los condicionados y el hacer creer, por parte del condicionante, que aquella realidad que les dibuja es la real. 

En las conversaciones abundan los lugares comunes, los tópicos, las frases manidas…la simpleza. El resultado no es otro que una parte de la sociedad funcionando como ovejas dentro de un redil que pastorean intereses (casi siempre espureos). 

Provoca congoja observar como muchos se sorprenden cuando una periodista ejerce como tal, acostumbrados a los besamanos (si son favorables) o a las mentiras (si no lo son). 

Pensar está al alcance de todos, más allá de las capacidades individuales; razonar en función de los propios conocimientos debería de ser inherente a nuestra existencia y, sin embargo, muchos soslayan esa posibilidad bajo la permeabilidad a las mas insospechadas boutades. 

Es posible que, en estos días pasados, bastantes se hubiesen bajado de los guindos en los que estaban ubicados. Nada mejor que un bofetón de realidad para despertar del letargo. 

Un pueblo sin memoria, sin atención a su propia realidad, corre el riesgo de perecer víctima de su conformismo. El conocimiento duele, pero te hace libre. 

 

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