UNA DUDA RAZONABLE


 º

Sucede a menudo que las “verdades” absolutas que vemos de la realidad no son más que una percepción de la misma. Pues observamos condicionados por quienes somos, no de manera neutral.

Vivimos y tomamos decisiones sobre un mismo tema de manera diferente a nuestro vecino. Y no porque seamos raros, sino porque las personalidades de cada uno son diferentes. Lo es el aprendizaje, la percepción...todo. Y el resultado es siempre el mismo: lo que que vemos es sólo nuestra realidad.


Cuando escuchamos a alguien con atención (si lo hacemos sin prestarla, mucho más), acabamos por añadir al posterior relato sobre lo oído, cosas que son únicamente nuestras. De nuestra cosecha. Y así la tradición oral se va convirtiendo en otra cosa a medida que los interlocutores van medrando.


Tres pacientes de un mismo médico tendrán opiniones diferentes sobre el mismo; de tu manera de tratarles, de sus aciertos y errores. E incluso el mismo doctor habrá interactuado con sus pacientes de manera diferente; teniendo en cuenta sus propias filias y fobias para con ellos. Nunca somos los mismos todo el tiempo con diferentes personas. Podemos serlo, en todo caso, con una misma persona y es posible que tampoco sea así. De ahí lo que hemos dado en llamar: “cambios de humor”.


Siempre existe una duda razonable sobre las situaciones que vivimos. No nos levantamos igual todos los días; no nos sentimos bien siempre… Y todo ello nos modula, nos va convirtiendo en intransferibles. Hasta el hormigón va cambiando con el paso de los años.


Normalmente nos enfadamos con otra persona, grupo o entidad; de dos maneras: de forma directa o por situaciones o personas interpuestas. Generalmente no tenemos en cuenta, casi nunca, a nuestra amiga la duda razonable. Si nuestro enfado es de modo directo, cara a cara, dependerá de múltiples variables, los cómo y los por qué. Y afectará a la resolución del problema. Pero será mucho más fácil valorar tanto el enfado como las consecuencias. Si el enfado llega por situaciones interpuestas (personas, comentarios, noticias…) conviene siempre tener en cuenta la duda razonable como modulador de nuestra respuesta. En esta época lo vivimos con las fake-news, que parecen una cosa y son la contraria. Tomarse un tiempo para cerciorarse de las cosas evita muchos conflictos innecesarios. A menudo el mayor enemigo de nuestras respuestas más vehementes, suelen ser las certezas de otros. Esas que devienen, con el debido tiempo de análisis, en otras realidades distintas.


Hace años, cuando era más joven, me tiraba al monte cuando las cosas no casaban con aquello que estaba en mi cabeza. Y rompía con todo, mandando al carajo historias que pudieron serlo de vida. Desde hace un tiempo trato de ver las cosas en su justa medida (tal vez equivocada para otros ojos), y no suelo echarme al monte sin tomarme el tiempo para averiguar: qué, cómo, dónde, por qué…. Así siempre será más fácil cerrar una puerta para que una ventana se abra.


La seguridad no se cimienta nunca sobre una verdad absoluta, sino sobre una duda razonable.

Comentarios

Entradas populares