ATREVERSE A AMAR


 

Todos nos hemos enamorado alguna vez. Hemos perdido la cabeza en un determinado momento pensando en alguien. Es algo inherente al ser humano. Imposible de disociar de nuestra propia existencia. “Nunca has mirado a una mujer y te has sentido vulnerable, ni te has visto reflejado en sus ojos. No has pensado que Dios ha puesto un ángel en la tierra para ti, para que te rescate de los pozos del infierno, ni qué se siente al ser su ángel y darle tu amor y darlo para siempre.” (El indomable Will Hunting).  El proceso es intenso y por ello no suele ser eterno, tal vez porque nuestro cerebro termina por protegernos de nosotros mismos

Quién no ha querido alguna vez, seguramente muy pocos. Sin embargo querer no es otra cosa que sentir la necesidad de desear, de tener algo de alguien, o algo. Querer siempre tiene un punto de egoísmo escondido en la propia expresión. Lleva implícito el deseo de poseer algo de otro. No por ello es malo, pues nuestra propia naturaleza nos lleva a ello. “Querer, es tener el valor de exponerse a un inconveniente; exponerse así es tentar al acaso y es jugar” (Stendhall). Querer implica arriesgarse a no ser correspondido; querer no es más que un juego entre los deseos, no siempre recíprocos, de dos personas. Y como todo juego, unas veces se gana y otra se aprende.

Atreverse a amar es otra cosa, es la mayor expresión de los sentimientos. Se ama a cambio de nada. Sentimos amor por alguien porque sí. Es algo tan profundo que ni siquiera uno se plantea los por qué. Pues la respuesta la tiene en todos los cómo. Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.

Para amar hay que ser valiente. Y la valentía, cuando se habla de sentimientos, reside en manifestarlos. En la gallardía de exponerse, de mostrarse cómo uno es. De aceptar al otro con sus aristas, con sus hipérboles, con todo. Porque cuando amas lo primero que aceptas, casi sin darte cuenta, son los intangibles que te aporta esa persona y que abrazan cálidamente tus entrañas. Atreverse a amar no es baladí. Cuesta un potosí, pero a buen seguro merece la pena.

 


Comentarios

Entradas populares