LOS PASOS PERDIDOS


 

A veces, ligeramente apartado del trasiego de los días, reparo en recuerdos que momentos vividos. Tal vez porque la carretera de la vida por la que transito ya no es una larga recta perdida en el horizonte de la juventud. Se trata ya de un trazado sinuoso por el que uno avanza de curva en curva disfrutando de las cortas rectas.

Ves un cartel de fiestas patronales e inicias un viaje a aquellas fiestas de juventud en las que ibas a escuchar los grandes éxitos al campo de la fiesta; a mirar a las mozas con más o menos seguridad (normalmente en función de lo mucho o poco que te gustase, a menor interés mayor seguridad…cosas de la vida). Y recuerdas a la veraneante que perseguías por las verbenas, sin acercarte claro, mientras soñabas con agarrar su mano y salir corriendo del campo. Y llega otra curva.

Aquel trabajo al que accediste por unas centésimas en una oposición a la que no ibas a presentarte. Qué cosa curiosa lo de acercarse al éxito personal cuando no te atrevías a ir a por él y lamentarte después… decisiones que siempre tienen trascendencia.

Esos labios que nunca besaste pero que has sentido candentes en los propios con sólo mirarla. Esas manos que jamás has agarrado pero que suplicaban sin tú saberlo por ser sujetadas. Los abrazos fríos que alguna vez dimos por no saber separar el trigo de la paja. El aprendizaje, el ensayo, acierto y error…

Los días que nos callamos por no zaherir a alguien a costa de nuestro propio orgullo. O los que quizás dijimos palabras que sobraban a la luz de nuestras miradas. Un comprende lo violento que puede ser el sonido del silencio con el paso de los años. Antes, casi siempre, tendemos a rellenar esos espacios de palabras vacías o torpes. Escucharnos a nosotros mismos…se tarda en aprender.

Casi siempre las grandes decisiones que nunca tomamos están en la siguiente salida de nuestra carretera. Citas a las que no acudimos, vidas que no visitamos, corazones henchidos de los pasos perdidos que dejan los sentimientos que no dejamos salir de nuestro interior.

Qué sería de la vida sin estos momentos de lucidez en los que hacemos una pausa para descubrir quiénes somos; al saber de dónde venimos. Los pasos perdidos que dejamos atrás son los tornillos que sujetan lo que hoy somos. Testigos invisibles de lo que pudimos ser, hacer, sentir, vivir…

Comentarios

  1. Hay pasos perdidos que están deseando ser rescatados,pero,como tú bien dices,el orgullo,ese sentimiento tan oprimente, no nos permite volver a caminar por las mismas rectas,o tal vez,curvas..

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