LAS MIRADAS PERDIDAS
Quien
no ha caminado por las calles con la mirada perdida víctima de un estado de
limerencia. Ningún estado es capaz de transformar nuestra realidad de manera
tan intensa. Nos transforma en seres volátiles, capaces de caminar por las
nubes de nuestra imaginación…hermoso.
Caminar
respirando el petricor de las tormentosas tardes de verano; absortos en el arrebol del cielo cuando caen las
tardes de estío. Con los ojos fijos en un punto indeterminado, la mirada
perdida…dejándonos llevar.
En mis
paseos por la montaña son muchas las ocasiones en las que la nostalgia
transporta mi mente a otro tiempo, a otros lugares y momentos. Camino entonces
en modo automático, disfrutando de la soledad buscada con la mirada perdida…pura
ataraxia
Caminando
por la calle he observado, más veces de las que hubiese querido, a personas que
viven atrapadas en el tiempo. Víctimas, muchas de ellas, de una dolencia, de
una adicción, de no pocas penas. La característica común es la misma: la mirada
perdida… resignación.
No importa
le época, ni la estación del año, ni el momento del día…siempre encontraremos
miradas que hablan. Que nos golpean con una realidad que puede no sernos
conocida, pero que está presente y transforma la vida de quienes nos rodean. Son
sus ojos los que nos comunican sus verdades. La repentina alegría que refleja
una epifanía reciente, ese brillo especial que contrasta con los ojos de la
pérdida, de la angustia, de nuevo las miradas perdidas… la vida.
Quizás
sea un mecanismo de defensa el atender a la vida de los demás en lugar de a la
propia. El poder vislumbrar los abismos de los demás nos aleja de nuestra
propia realidad; muchas veces con los pies demasiado cerca del precipicio. Otras,
el mecanismo actúa de modo completamente diferente; nos aleja de la dura
realidad al abrirnos las puertas de la imaginación consciente. Deambular por la calle trasladándonos a una realidad inventada
(una lotería que jamás nos ha tocado), comprando, viajando, haciendo. La mirada
perdida… imaginando.
Al alba,
cuando algunos perdieron su vida, otros encontraron el camino a casa tras una
larga noche de brincos y risas. Los contrastes de un existencia, la nuestra,
que siempre estará marcada por pequeños matices capaces de darle la vuelta a
todo en un segundo. Instantes que harán de nuestros ojos el centro del todo. Ojos
que pueden ir del brillo luminiscente del amor a la mayor de las aflicciones. Las
miradas perdidas…
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