DE OVEJAS A CABRAS


 

Vivimos una época mucho más trascendental de lo que aparente; un tiempo en el que todo va tan deprisa que nos vemos abocados a ser rebaño y seguir las directrices que más o menos nos encajan mejor.


La nuestra es una sociedad edificada sobre una gran mentira muy bien urdida. Esa gran mentira la han dado en llamar Democracia. Un sistema que un hábil como Churchill se apresuró en acuñar como: “el menos malo de todos los sistemas”. Sin embargo, el paso del tiempo pone en entredicho esta aseveración, por más que la globalización se esté llevando por delante los lindes de la misma y los entremezcle con otros sistemas.


Durante el Antiguo Régimen el modelo social estaba claro; todo el mundo sabía en que estamento social vivía y lo raro que era cambiar el Statu Quo previsto. Algo así como el sistema de castas de la India. Ahora, bajo el disfraz de la libertad democrática, vivimos en un sistema que (en esencia) funciona del mismo modo; eso sí con una buena capa de maquillaje para pasar desapercibido.


Ahora los pobres votan y eligen, con alegría, a los responsables de su propia situación de pobreza. Eligen, no a los que desearían, sino a los que les imponen. El 70% o más de los que elegimos y más del 95% de los cargos importantes de la sociedad, pertenecen a una clase social que no representa ni el 10% del total de la población. Y el resto, los que más o menos podríamos considerar “del pueblo”, o no tienen peso específico o son simples palmeros de los otros en busca de un reconocimiento que sólo llegará si les es de interés a ellos.


El liberalismo económico que el capitalismo abrazó tras Bretton Woods se ha ido cayendo con el paso de los años. La razón última del capitalismo a ultranza no es otra que el sostenimiento en el poder de las mismas élites que han ido mangoneando el mundo con los años. No va de crecimiento social y económico; sólo de crecimiento económico y no de todos. Que crezcan algunos por debajo de las élites no es un objetivo sino una consecuencia del resultado de las migajas que se les van cayendo.


Perdimos mucho con la caída de la URSS. El orquestado Golpe de Estado que acabó con aquel país trajo como consecuencia todo cuanto acontece ahora. El desmantelamiento del Estado de Bienestar que el sistema comunista obligaba a mantener aquí (en contra de los intereses de las élites, que jamás han creído en él). Cuando Frankin D. Roosevelt acuñó el New Deal en USA (lo que llevó a la aparición de la clase media) lo hizo cuando asomado al balón del Telón de Acero podía ver que del otro lado estaba garantizado el acceso a la vivienda, la educación, la sanidad universal…. Sí, no tenían la “libertad occidental”, pero tenían cubiertas necesidades qué, entonces, eran quimeras de este lado. Y así, durante más de 40 años fuimos ganando derechos, alcanzando un Estado de Bienestar que...caído el Telón de Acero, no han ido sino menguando con el paso de los años.


Así que ahora debemos de decidir si queremos ser ovejas o cabras, pues rebaño parece evidente que ya formamos. Ser oveja implica seguir a un líder aunque nos lleve al precipicio. Opinar sin ponerse en contra y no razonar fuera del recipiente. De elegir ser cabras podemos dividir el rebaño, salirnos del camino marcado y buscar alternativas. Para convertirnos en lobos no nos da y hasta ellos son gregarios que siguen al más fuerte. Yo siempre he sentido pasión por el monte.

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