Apuntándome
Así es
como te he imaginado, apuntándome con tus pezones ocultos tras la camiseta que
me has cogido y que oculta tu bonito cuerpo. Con tus ojos puestos en mí,
sonriendo pícara…consciente del desorden que provocas en mí con tu sola
presencia.
Recuerdas
cuando nos vimos por primera vez; las miradas furtivas como sin interés. Estabas
creando ese maravilloso trampantojo que no pude dejar de mirar. Ilusionado con
transitar por las calles de tu piel.
Tus ademanes
estudiados buscaban escorar el barco de mi corazón hasta la zozobra. Pobre grumete,
tratando de mantener el equilibrio cuando arrecia la tempestad del sentimiento
y toda resistencia es vana.
¿Bailas?
Me preguntaste con una sonrisa. Como si fuese posible decir que no. Y ahí
estaba yo, esperando mi oportunidad para hacer el ridículo y destruir tus pies.
Lamentablemente en mi cuerpo de gorila no llevo inveterado el ritmo de Fred
Astaire,
Fue, sin
embargo, la proximidad de nuestros cuerpos la que transformó el repentino sudor
de la vergüenza por mi manera de bailar, en un cálido instante de infinito
bienestar. Enardecidas las mejillas por tu sola presencia.
Las conversaciones
entre sonrisas, abrazos y manos entrelazadas. Los silencios al caer la tarde
sentados frente al agua. Las mariposas inundando mi estómago a punto de
provocar una tormenta en mi cabeza; en mis sueños, en mí.
¡Esta
tarde vamos a pasear!, ese fue tu único mensaje de la mañana. Y míos todos los
pensamientos posteriores. Pasaron las horas, lentas y cadenciosas, mientras las
nubes comenzaban a tornarse negras; abultadas y amenazantes. Tal vez mi
esperanza sucumbiría…
Pero no,
allí estabas, puntual a la cita. Y salimos, y comenzó a llover. Cada vez más
intensamente. Hasta calarnos enteros entre risas y miradas cómplices. Camino de
mi casa. Entrando en ella como si lo hubiésemos hecho juntos desde siempre…y
ahí estás, apuntándome…
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