LECHOS DE ESPINAS
Supongo que cruzar la barrera de los cincuenta te permite alguna que otra licencia. Como poder asomarte al balcón del futuro sabiendo que no es más que un presente con pretensiones. La vida, al fin y al cabo, es ese lugar del que no saldrás vivo (Rabinovich).
Hay vidas que pueden parecer un camino de rosas, siempre vistos desde fuera; cuando en realidad no ha sido sino una senda larga y muchas veces tortuosa, con descansos en lechos de espinas.
Conocer el lado marrón te ayuda a observar el resto de las cosas con la mejor de las miradas. Pero no siempre ha sido así. La soledad, cuando no la buscas, te acorrala en las esquinas de las noches; tal vez porque a la luz del día es más fácil buscar cobijo entre juegos, trabajos o aficiones. La soledad empuja a nuestra mente a enfrentamientos constantes entre la realidad que uno vive y las ilusiones.
Las ausencias más primarias suelen ser la causa de profundos abismos internos. Terrenos abisales por los que los pensamiento deambulan, muchas veces, de manera desordenada. Otras, literalmente, perdidos.
Resuelve uno, estos caminos angostos, de la mejor manera que puede. Unas veces creando una realidad paralela en la que sentirse fuerte; otras buscando asidero en las manos que menos esperas pero que aparecen.
He tenido compañeros de viaje que se perdieron por el camino; algunos lo abandonaron porque las tormentas eran más fuertes que su navío y la zozobra era inevitable. A otros un golpe de fortuna les llevó a lechos de plumas y alborozo; de alegría constante.
Descansar sobre lechos de espinas enseña a tener en cuenta a muy pocas personas. A valorar a los demás por cómo son contigo. A ignorar a los imbéciles que señalan con el dedo sin tener puñetera idea. Te enseña a levantar empalizadas tras las que parapetarte y a las que a pocos dejas acceder.
La perspectiva del tiempo me ha enseñado también que quienes levantan empalizadas para protegerse de quienes tenemos la piel lacerada por las espinas de la vida, no son sino ignorantes de otras realidades que pueden ser maravillosas. Detrás del Muro de Adriano no había bárbaros sin corazón, sino personas con otras sensibilidades, culturas, conocimientos…
Así pues quien ser quiera acercar, sea bienvenido. El resto que no estorbe.
NO TE OLVIDES DE TI....es una de mis frases favoritas.
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