EL LADO OSCURO DE LA VIDA


 

Si a cualquiera le pides que te hable del lado oscuro de la vida, con casi total seguridad te comentará lo triste que ha sido una determinada situación; te hablará del proceloso camino que conduce a una persona a la depresión, la ansiedad, el miedo…

Para mí eso no es el lado oscuro de la vida, sino el lado marrón. Ese me parece un color mucho más adecuado para las zancadillas continuas que nuestra vida sufre a manos de la sociedad, de los amigos y conocidos, de nosotros mismos.

El lado oscuro de la vida es aquel en el que nos refugiamos de las miradas inquisitivas o exploratorias que afloran bajo las luces o la claridad del día. Al nuestro lado oscuro sólo invitamos a aquellos que deseamos tener cerca. Personas de confianza con las que nos gusta ver la vida a contraluz.

Pues suele ser a contraluz donde solemos soltar amarras. En lo tenue encuentran refugio las emociones, los sentimientos, nuestra verdad personal e intransferible. Y esa suele ser una parte de nosotros que no acostumbramos a mostrar con luz y taquígrafos.

Es una parte desconocida para la mayoría que tan sólo elaborará teorías sobre lo que ocurre allí. Lo que consigue que el principio de incertidumbre aflore de manera evidente. Una realidad que el observador no ve, pero que infiere por sí mismo; situándonos así en aquellos lugares o situaciones en las que su mente encuentra razón.

Las pasiones, también ciertas perversiones, encuentran un mejor acomodo en esa zona gris donde la mecedora del tiempo parece capaz de confundirlo. Donde la realidad y el sueño se entremezclan para conseguir que nuestra película termine tal y cómo hemos deseado.

Es por ello que uno no puede llevar a todo el mundo a ese lado del alma. Los lugares mágicos en los que uno habita deben de estar reservados para quien aporte y llene los espacios vacíos. El lado oscuro no debe ser nunca mayor que la parte brillante. De ser así correríamos el riesgo de balancearnos muy cerca del precipicio en el que inexorablemente se despeñan las mentes más débiles.

El tiempo me ha enseñado que es la perspectiva y no el encuadre, el que determina la mejor foto de nuestra vida. Pues la perspectiva siempre será la propia y el encuadre tiende a ser académico. Y por ende trufado de falsas verdades.

El lado oscuro suele ser el pozo de las vanidades. Ya que estas se encuentran mucho más cómodas bajo los focos de los demás. Mientras, en nuestro lado oscuro no son precisas. Posiblemente sea el único lugar en el que somos nosotros mismos en realidad.

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