LO QUE TODAVÍA NO HA SIDO
Cierro los ojos
cuando te pienso; no para esforzarme en recordarte, sino para disfrutar de tu
presencia constante en mi memoria. Porque así son las cosas a pesar de ser una
persona que tiende a ocupar su tiempo. Corriendo el riesgo de parecer ocupado. Y
no es lo mismo.
Siento tu mano en
la mía, tus labios en los míos, nuestros abrazos…el aroma de tu piel. Esa necesidad
de prenderme a tu cintura y sentir como respira tu cuerpo en mi presencia; como
sientes la vida y la transmites.
Mis manos buscan
tu cara para acercarla a la mía y mirarte, como hacen los girasoles cuando el
sol da luz a su vida. Porque es en tu mirada donde encuentro acomodo a todos
mis males; porque es en tu sonrisa dónde pierdo el sentido del tiempo y pasa.
Abrazado a tu
espalda, sintiendo tu cuerpo pegado al mío, así es cómo enciendes el fuego que
amenaza con abrasar mis bosques y tus montes. Tu respiración cambia, tu cuerpo
comienza a cobrar vida…
El vértigo que
sufren mis labios al deslizarse por tu cuello sólo encuentra sosiego cuando mis
manos se aferran a tus caderas. Cuando las tuyas buscan mi cuerpo y el baile
comienza.
Estoy con Arjona,
cuando dice: “Desnuda que
no habrá diseño que te quede mejor, que el de tu piel ajustada a tu figura.
Desnuda que no hay un ingenuo que vista una flor…” y eso hago, desprenderte de
todo aquello que tape tu cuerpo, y te miro…. ¡fuego!
Y tengo que abrir
los ojos, porque hay partes de mí que te buscan de manera desesperada y todavía
no estás. Sigo enseñando a mi cuerpo las
fórmulas para encontrarse con el tuyo y propagar este incendio que no quiere
bomberos.
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