DESASOSIEGO Y TRANQUILIDAD
La vida transcurre en una suerte de mecedora que nos
lleva, con relativa frecuencia, del desasosiego a la tranquilidad. La aflicción
forma parte intrínseca del ser humano; en el fondo somos seres débiles con
respecto a las hostilidades de nuestro alrededor. La tranquilidad la
encontramos cuando somos capaces de hacernos fuertes partiendo de los recursos,
propios o ajenos, que tenemos a mano.
A veces nos surge la duda sobre si hemos perdido esta o
aquella oportunidad; si hemos dejado nuestro esfuerzo en una quimera, en un
sueño o en un imposible…lo que nos crea también desasosiego, incertidumbre,
intranquilidad.
Nunca el tiempo es perdido, tan sólo un recodo más en
nuestro camino. Pues avanzamos pese a todo. Esto, fácil de entender, resulta;
sin embargo, más difícil de asimilar cuando afecta a nuestras emociones. Los sentimientos,
verdadera fuerza motriz del universo, no dan tregua cuando abruman.
Pessoa dice: “Soy como alguien que busca a ciegas, sin
saber dónde buscar el objeto que no le dijeron qué es. Jugamos a las escondidas
con nadie”. Tal vez sea así. La vida no deja de ser un sinsentido en el que buscamos
sentimientos que no sabemos cómo son en realidad, pero que nos mantienen en un
sinvivir constante.
Parece que nunca estamos conformes con nada, que todo nos
parece poco. Quizás porque tenemos una idea equivocada de nosotros mismos. Tal vez
pensemos que nos merecemos más de lo que podemos, en realidad, recibir. “Pero
imperfecto es todo y no hay ocaso tan bello que no pudiese serlo un poco más,
ni suave brisa adormecedora que no pudiese producirnos un sueño más calmo
todavía”.
Puede ser que tengamos en nuestras manos y a nuestro
alcance, lo que nos puede llenar de dicha y, sin embargo, no nos es suficiente.
Queremos algo que es inalcanzable. Una suerte de libro sin última página en el
que la trama siga y siga. Lo cierto, a mi modo de ver, es que sólo cerrando capítulos se puede disfrutar de
los pequeños momentos. No podemos mirar el horizonte con gafas de cerca y
quejarnos de las vistas.
Un abrazo puede ser todo y nada. Cuando no es nada apenas
deja un ligero aroma a ropa usada, a polvo pesado del que uno se quiere librar.
Pero cuando el abrazo mece el alma…la cosa cambia. Y uno debe de detenerse a
pensar en lo que significa y darle la importancia que se merece. Son los
intangibles quienes nos abrazan, los que nos desarbolan.
Me quedo con una frase de otro ilustre lusitano. “Es una
estupidez perder el presente sólo por el miedo de no llegar a ganar el futuro”
J. Saramago.
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