Cierro los ojos y...


Te veo caminar por el pasillo de mis sueños, recién salida de la ducha; apenas una toalla. Los pies descalzos caminando de puntillas, evitando las frías baldosas. 

Me gusta mirarte: tus hombros, tu pelo todavía húmedo, tus piernas, esa manera de caminar… de volarme la cabeza. 

Sonríes, sabes que con eso te basta para movilizar todo mi cuerpo. No necesitas más gasolina.


Esta noche quiero hablar con tu sexo, quiero apoyar mis orejas entre tus muslos y susurrarle en voz baja. Deseo que tintinee como las estrellas de Neruda.  Le hablaré con voz queda, tratando de leer en su labios el idioma más carnal jamás hablado

¿Notas ese calor?, el de la carne trémula que amenaza zozobra, antes de una inundación…ah! Ese calor! 

Estoy por abrir los ojos y mirarte a la cara para saber quien eres, para poder nombrarte… pero anhelo seguir descubriéndote. 


Así que sigo camino, despegadas las orejas de tus muslos; serán mis caderas las que se hagan sitio, al vaivén de las olas que han surgido tras las primeras humedades. 


Me apuntas, me señalas, me rozas…me sientes. Y yo a ti, y tu a mí… 


He llegado, estoy aquí. A la altura de tus ojos; respiras agitada; te tensas por momentos…mirada perdida, mirada encontrada… tú…yo….uno. 


Y sigo con los ojos cerrados…..


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