LA ALEGRÍA DE MI TRISTEZA


 

Siempre habrá personas que encuentren en la oscuridad su lugar de recreo; gente para las que la tristeza encuentra siempre una razón. No es fácil salir del túnel en el que entras sin darte cuenta, pensando que será un trecho breve; que la luz del final se haya próxima…

Cierto es que los días están repletos de momentos fantásticos. Siempre habrá una  luz para iluminar los pasos de una gran mayoría que, afortunados de ello, apenas darán valor a la misma. Personas a las que, frecuentemente, les cae la moneda por el lado elegido.

Estando en la parte alta de la vida es fácil disfrutar de ella. Basta con abrir una ventana para que la luz ilumine la estancia, y los pensamientos positivos arrasen con cualquier atisbo de negatividad. Es estando ahí cuando debemos visitar la parte baja, descubrir sus sombras, respirar levemente el pesado aire del fondo. Sólo así podremos valorar el privilegio de las alturas.

Mi tristeza se ha forjado con el paso de los años; no se trata de algo reciente. Va conmigo desde que soy consciente de ello. Elegimos una vida cuando podemos, mientras tan sólo nos balanceamos al albur de las decisiones de otros. Y en ese tiempo la tristeza ocupó un espacio indeleble en mí.

Con los años aprendí a educarla, supe como dejarla de cuando en cuando para darme un revolcón de felicidad. Descubrí que no existe el dolor perpetuo ni la alegría sin medida. Y fue entonces cuando decidí que tenía que enseñar a mi tristeza a sonreír.

A mi modo de ver, el camino a la felicidad consiste en la capacidad de dar alegría a mi tristeza. ¿Cómo?, unas veces observando lo que sucede alrededor, otras cerrando los ojos y dejándome llevar por las sensaciones… no existe un modo, una manera, una forma. Quizá decidí, sin pensar mucho en ello, que habría de limar las aristas de la vida para sufrir menos laceraciones. Y convertir las alegrías que han ido llegando en asideros vitales a los que aferrarme cuando el túnel amenaza con hacerse largo.

Y en esas estamos, alegrando a mi tristeza. No para revertirla (cosa difícil), sino para que siga permitiéndome atravesar los túneles de la vida.

 

 

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