AL OÍDO

 

Tal vez la mejor característica que tiene el ser humano, con respecto a las demás especies conocidas, sea la capacidad para conversar; para exponer al otro su punto de vista sobre un determinado tema. Somos seres sociales, no tanto por hacer las cosas de manera más o menos grupal, sino porque albergamos el privilegio de hablar.

Muchas personas tienen la habilidad, cuando hablan, de provocar un irremediable deseo de silencio por parte de sus oyentes. En ese grupo están los que hacer del habla una hipérbole de la megafonía. Las más de las veces porque la incapacidad para argüir argumentos válidos les lleva a elevar la voz; creyentes fieles de que un tono de voz elevado otorga la razón. Y llevan razón, siempre la llevan. No pueden escuchar y eso clarifica las cosas en su mente.

Disfruto de las conversaciones en voz baja; de esas en las que participan los que están próximos y no todos los confluentes en el destino de la reunión. Creo que para poder escuchar con atención al otro interlocutor es primordial no dejar, previamente, sus tímpanos en estado latente.

La gran mayoría de las personas oyen más o menos bien; otra cosa es que sean capaces de escuchar con atención. A los que gusta de hablar en tonos elevados les suele costar mantener una escucha activa. Sus oídos no están acostumbrados a otra cosa que la reverberación de su propia voz contra las paredes.

Sin embargo, son las conversaciones íntimas, las que se hacen al oído, las que agradan más. Tal vez porque para ello sea precisa una cercanía cómplice que la facilite. Llegados a este punto alguno puede pensar que también las amenazas al oído llevan aparejada la cercanía y no tanto la complicidad. Pero en esos casos no suele haber diálogo.

Los susurros al oído implican algo más; manifiestan, cuando menos, comodidad con el otro. De no ser así uno no permite que nadie le hable en esa proximidad. Al oído tendemos a expresar nuestros sentimientos, nuestros deseos, anhelos…también los miedos y el dolor. Susurramos al oído a las personas que nos importan, a las que tenemos en estima y, sobre todo, respetamos. (Siempre habrá quien disfrute del grito al oído, generalmente los necios).

Al oído se dan las confidencias, se dan los profundos sentimientos de amor, se da todo…

Comentarios

  1. He pasado un rato agradable con tus lecturas. Carmiña

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  2. Pocos "seres humanos" son capaces de mantener una conversación y escuchar, es muy difícil encontrar a alguien con quien conversar, a quien escuchar y que te escuche, la complicidad de una buena conversación es algo que se ha perdido por la sociedad en la que vivimos, y es una pena.... Comparto opinión contigo cuando dices " Susurramos al oído a las personas que nos importan, a las que tenemos en estima y, sobre todo, respetamos." Cuando encontramos a una persona así debemos de cuidarla para que no se vaya de nuestro lado (aplicado a amistades, relaciones...) pero por desgracia... muchos valores se han perdido.... esa famosa frase "no se sabe lo que se tiene hasta que se pierde" por desgracia es muy real, aunque también es cierto que si valoraramos lo bueno que te sucede en la vida o las buenas personas que puedes tener a tu lado nunca las perderías, porque todo lo que quieres lo valoras y lo cuidas. KAR :)

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