La ventana oscura
La ventana oscura
Qué sería de la vida sin la ensoñación del futuro. Sin una mirada larga que nos permitiese afrontar el presente sin permanecer demasiado anclados al pasado.
Vivir no es algo baladí; es mucho más, lo es todo.
Al menos esa siempre ha sido mi visión de las cosas. Asomarme al balcón de mi existencia con ilusión por lo que está por llegar. Siendo, también, conocedor de las muchas piedras que arbitrariamente aparecen en el camino.
He pecado de optimista, incluso de soñador...no me ha importado. Despertarse con un buen bofetón, de cuando en cuando, también puede ser un buen acicate para la vida.
Sin embargo, muchas mañanas, sólo alcanzó a ver la ventana oscura de mi vida. Esa en la que la opacidad del presente me impide observar aquello que me ha movido tantos años, la ilusión.
Cuando no pasa la luz todo es más tenue; no necesariamente eso implica que sea malo. Pues con luces bajas se despiertan las más hermosas pasiones.
Ocurre, en este caso, que a la baja luz se le une una corriente fria que entra por esa ventana y comienza a aferrarse a mi espalda. Llegando a bloquear o impedir mis normales movimientos.
Así que he decidido buscar una solución a esta posición incómoda en la que me he instalado sin querer.
Dicen que cuando una puerta se cierra se abre una ventana. Así que para darle verosimilitud a la frase, voy a cerrar alguna puerta que mantenía abierta con la esperanza de que otra ventana se abra; no importa si próxima a mi ventana oscura.
Uno debe de aprender a vivir también en el claroscuro de la vida. Cómo aquel pintor que hace del falta de luz un lugar cálido, por mero contraste con la fría claridad de sus obras.
Ya veremos cómo sigue...
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