LIBERTAD PARA DECIDIR

 

Ha pasado un año desde que el coronavirus comenzó a instalarse en nuestras vidas. Tiempo más que suficiente para descubrir las miserias de una sociedad, la nuestra, que creía vivir en la luz de manera permanente y se ha instalado entre penumbras.

Lejos quedan los aplausos en los balcones, la comprensión, las ganas de entender las cosas que sucedían. Ahora vivimos en un clima de desconfianza en el que los medios de comunicación se han lanzado a una carrera siniestra en busca de la mayor crispación.

Cada día que me asomo a la prensa, a las redes sociales e incluso a la vida del barrio me encuentro con lo mismo: conversaciones sobre el virus, trufadas de medias verdades o mentiras sobre la economía, la vida, etc.

Vivimos en un país que sólo está a las buenas; cuando hay éxitos internacionales deportivos o alguien hace algo que es notorio. Si las cosas vienen mal dadas, aflora la diferencia, el señalar con el dedo, el cainismo.

Y todo esto me produce hastío, supongo que  esto sucede  también a otras muchas personas. Ciudadanos que no lo vemos todo en blanco o negro. Que entendemos que equivocarse es humano pero que reincidir en una conducta perniciosa deja de ser una equivocación y pasa a ser una conducta deshonesta.

La distancia social que nos han encomendado lleva aparejadas muchas carencias afectivas que se transforman en comportamientos aberrantes. Somos seres sociales que precisamos del contacto físico con los demás. Y, entendiendo que hablamos de un virus que se transmite por contacto, creo que sería posible hacer las cosas de otra manera. En grupos heterogéneos que hayan pasado pruebas podrían permitirse contactos. Socavar de esta manera la libertad individual no puede traer cosas buenas.

Es cierto que la responsabilidad está en nosotros, siempre lo ha estado. La concienciación no se ha llevado a cabo de manera correcta. No somos ovejas, aunque podamos comportarnos como tales; necesitamos entender lo que ocurre y el cómo. Y que lo expliquen los que saben y no políticos o periodistas que siempre actúan de parte (de su parte).

Una sociedad libre es aquella que utiliza la inteligencia colectiva en beneficio propio (siempre habrá una minoría que no lo haga o sea incapaz). A estas alturas deberíamos haber aprendido qué poder hacer y qué no.

Ocurre que, con esta Pandemia, se están tapando muchas cosas: corrupción, delitos, etc. Y mientras…nos agrupan en el prado como el ganado, socavando nuestra libertad para decidir.

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