ESTABULACION HUMANA

 

Si algo ha puesto sobre la mesa la actual Pandemia, no han sido los fallos en un Sistema Sanitario que lleva años siendo desmantelado por determinadas políticas y políticos. Tampoco hemos descubierto que seamos una sociedad henchida de valores humanos. Más bien al contrario. Lo que el virus ha puesto encima de la mesa ha sido la brutal estabulación humana que nuestro país tiene.


Nos sobran los mayores y los metemos en complejos, algunos inhumanos, donde los estabulamos para que los duerman, vulneren buena parte de sus derechos, etc. Este proceder, a mi entender, convierte a nuestra sociedad en algo vulgar. Lejos de ser avanzada, como nos venden una y otra vez políticos, empresas, etc.


Apartando a nuestros mayores, muchísimos de ellos totalmente capacitados mentalmente, perdemos un capital humano tremendo. Alejamos al conocimiento adquirido con la experiencia, de nuestro día a día; tal vez porque creamos que abriendo google en un teléfono podemos adquirir lo mismo. Y no es así.


Es cierto que, a medida que nos hacemos mayores, vamos perdiendo esa permeabilidad que tenemos cuando somos jóvenes para adquirir conocimientos sobre los avances técnicos de manera inmediata. Nos cuesta más o, directamente, somos incapaces. Mas no es la vida un clic, sino un conjunto de emociones, sensaciones, conocimientos, habilidades sociales y humanas, empatía…


Tal vez nuestros ancianos no tengan la capacidad de adaptar para su día a día las nuevas tecnologías y qué. ¿Acaso las precisan? No se suele echar de menos aquello que no se ha tenido. También ocurre con las “necesidades” de consumo.


En una conversación pausada con alguien con experiencia vital, se obtiene más aprendizaje social que en cualquier Universidad del mundo, por buena que esta sea. La pausa que dan los años, el aplomo ante los hechos que suceden, la reflexión...todo ello nos lo aportan nuestros mayores. Y lo estamos despreciando llevándolos a residencias de la manera más impersonal.


Entiendo que son muchas las familias con dificultades para conciliar su vida laboral con la familiar. Y cuando un mayor se pone malo condiciona mucho las cosas. Pero qué diferente es que un hijo se críe con ordenadores y consolas, a que lo hagan con lo mismo más la sonrisa de un abuelo.


Las inquietudes de nuestros hijos se despiertan cuando podemos dar respuestas a sus preguntas. Y estoy seguro de que no las encuentran cuando les damos un teléfono para que no nos molesten mientras hablamos con nuestra pareja o con algún amigo. Si tuviesen a un abuelo al lado, tal vez no encontrarían la respuesta adecuada (si fuese algo muy moderno) mas seguro que sí tendrían una sonrisa y una respuesta ingeniosa. Sin duda mucho mejor que el impersonal teléfono o tablet.


Una sociedad que arrincona a sus mayores, cuando estos todavía están con sus capacidades cognitivas intactas, está apartando de sí misma conocimiento, capacidad de reflexión y, sobre todo, empieza a perder su Historia.


Y es cierto que la Historia no se repite cíclicamente, como algunos sostienen, sino que se producen hechos similares con personas distintas y conocimientos diversos. No es menos cierto que la capacidad de respuesta ante esos hechos será diferente en función del conocimiento previo de su historia personal y social.


En un tiempo en el que las pantallas de las televisiones de nuestras casas, se llenan de programas vacíos de contenido y con valores dudosos, no estaría de más poder sostener una tertulia con nuestros mayores, hacerlos partícipes de nuestras vidas. Integrar en nuestro día a día un ratito de ternura siempre ayudará, nunca restará.


Y ojo, entiendo que aquellas personas que se hacen mayores con demencias y otros problemas que hacen inviable una vida familiar con su dolencia, acaben en residencias. De hecho ese fue el origen de las mismas. El poder tener un lugar donde tener a un mayor al que no podemos atender. Sobre todo cuando cognitivamente no existe posibilidad de comunicación. Pero hemos convertido, (la sociedad y los políticos a la vista del negocio), a nuestros ancianos en carne humana de deshecho.


Nos llevamos las manos a la cabeza porque han muerto...más de los debidos; criticamos a éste o aquel porque no lo han hecho bien. Decimos que no tenemos la culpa porque pagamos ese servicio. Cuando, en realidad, pagamos por quitarnos de en medio a nuestros mayores. Por alejarnos de nosotros. Muchos de los fallecidos, con sus capacidades mentales intactas, lo han hecho en soledad. Pero no por el virus, ¡que va!, les hemos dejado tirados días, semanas o meses. Y hemos recordado que estaban en riesgo.


Ojalá este tiempo tan alejado del humanismo que estamos viviendo tenga un tiempo para la reflexión. Del mismo modo que empezamos a mirar para, el anteriormente denostado, rural como tabla de salvación contra las pandemias y demás; sería fantástico recordar aquellos tiempos en los que, en medio de cualquier juego, los niños podían recurrir a un anciano para recibir una caricia, una bronca, una mirada aprobatoria y la contraria.


Nadie cuenta historias como aquellos que las han vivido en primera persona...

Comentarios

  1. Una de las cosas que más riqueza te puede aportar en esta vida, es sentarte al lado de una persona mayor; mirarle a los ojos, ver sus arrugas, sentir su piel marchita y "escucharle" que no es lo mismo que oírle.
    Cada uno de ellos tiene una historia de vida , mejor o peor, pero de la que siempre tendremos algo que aprender...
    La sociedad actual se ha deshumanizado en mi humilde opinión, ya no hay valores, ya no hay respeto, ya no hay empatía. Es un salvo mi culo y lo demás me importa nada y menos... Pero esta deshumanización hacia nuestros mayores, sinceramente es cruel para los que aún SI nos importan.

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  2. Y lo peor de todo es que un mayor acompañado, escuchado, que se siente importante para los suyos es tan agradecido.....

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