UNA SOCIEDAD ALIENADA
Tradicionalmente las sociedades han vivido más o
menos alienadas. Víctimas del pensamiento mayoritario de cada época. Creyéndose
incapaz de razonar de otro modo; tal vez porque correr el riesgo de ser
diferente nunca ha sido fácil.
Dice Pepe Mujica, no sin razón, que somos víctimas
de una sociedad de consumo. Que apenas somos conscientes de que empleamos
nuestro tiempo de vida para alcanzar a tener cosas que no necesitamos o cuyo
valor real es efímero. Pero perseveramos en la misma actitud un día tras otro.
En estos tiempos de coronavirus, crisis económica,
angustia social y demás, a los que piensan diferente se les señala con el dedo
con demasiada rapidez. Normalmente sin un ápice de pensamiento crítico y raras
veces con ánimo de escuchar.
La lucidez siempre tiene un punto de dolor; pensar
por uno mismo atendiendo a los argumentos propios supondrá, las más de las
veces, un enfrentamiento con el pensamiento común. Saberse señalado y mantener
el pensamiento o modo de vida no es cuestión baladí.
Y de ello se aprovechan aquellos que marcan las
directrices del pensamiento para esa parte mayoritaria de la sociedad que vive
alienada y, por ende, de espaldas a sí misma. Uno abre la prensa diaria, las
redes sociales o habla con compañeros de trabajo y percibe, sin el menor género
de dudas que 8 de cada 10, una alienación en toda regla. Las mismas
conversaciones, los mismos temas, iguales culpables….
La culpa es, sin duda, el mayor enemigo de la
felicidad. La búsqueda de culpables parece la labor, ingrata, de buena parte de
la sociedad. Algo que, por otro lado, de nada sirve para resolver el problema
(sea cual sea) sino para poder decirnos al espejo: “yo no he sido”.
Siempre será la educación (no el adoctrinamiento) el
eje sobre el que poder alejarse de tanta alienación. Dotar a venideras
generaciones de argumentos con los que desarrollar un pensamiento crítico
creativo será el único modo de apartarnos de éste absurdo modo de vida.
En estos momentos la sociedad vive más alienada que
en las últimas décadas. El impacto del virus está siendo tremendo; no tanto
cuantitativa como cualitativamente. Haciendo propia una frase de Churchill
cuando pronunció aquello de “sobre Europa ha caído un Telón de Acero”; esto
mismo está ocurriendo hoy. Con la excusa del Coronavirus se tapan escándalos
mayúsculos, espolios sin ningún tipo de vergüenza; corrupciones y corruptelas….
Delitos, en suma, que habrían de estar perseguidos y que son soslayados por
buena parte de la sociedad.
Cuando todo esto pase, que lo hará, y la sociedad
vuelva a mirarse al espejo, ya no será la misma. Aunque los que manejan los
hilos seguirán siendo aquellos que lo fueron antes. Con las alforjas más llenas
y la sonrisa en la cara de saber que los necios ya pueden pensar ahora en otras
cosas.
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